martes, 20 de marzo de 2012

Que todos se preocupen los unos de los otros

Contra las ideologías de moda, nada mejor que continuar la lectura de la carta cuaresmal del papa: "Nuestra existencia está relacionada con la de los demás". Nada de salvarnos cada uno por nuestra cuenta, nada de velar sólo por nuestros propios intereses, nada de evadirnos de la realidad de sufrimiento que, con tanta frecuencia, nos rodea. Ahora con crisis, y antes sin ella. La salida no puede ser el sálvese quien pueda.

Si la Cuaresma es oportunidad de cambio, ojalá que la de este año muestre un cambio radical en el corazón de los creyentes. También en el corazón económico. Y que ese cambio no se quede tan sólo en la limosna. Que surja del corazón y haga brotar de la vida de cada uno un cambio profundo en el estilo de vida, un cambio que, de verdad, deje lugar al otro en nuestra vida.

Claro, que para eso hace falta ejercer la facultad de la mirada, de la que ya ha hablado el papa: "Fijémonos los unos en los otros". Pero no basta con quedarse en la mirada. Hay que pasar a la acción, y responder a lo que vemos.

"Que todos se preocupen los unos de los otros" (1Cor 12,25). O mejor, jugando con las palabras: que todos se "ocupen" de verdad, es decir, que de la preocupación pasemos a la ocupación, a tomar decisiones concretas y prácticas de servicio a los demás. Hasta en lo económico (que es la dimensión concreta en que se mueve la limosna).

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