1. «Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba»
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Ahora ya lo veo de otra manera.Cierto es que es fácil de entender a la Tierra como madre: nos da la vida, nos sostiene, nos alimenta... Pero si es todo esto, ¿cómo puede ser a la vez hermana?
Entiendo que ser hermana significa ser como nosotros, ser incluso una de nosotras, creatura de Dios a la vez que madre... y madre frágil por tanto. ¿Seremos capaces de atender la fragilidad de nuestra madre, o, lo que es lo mismo, a nuestra madre frágil? Me preocupa un poco, porque si en occidente no somos capaces, en general, de cuidar a nuestras madres y padres frágiles ancianos, sino a través de instituciones, igual pretendemos lo mismo con la madre Tierra, que la cuiden otros, que la cuiden las instituciones. ¿No seremos capaces de tomarnos el cuidado por nosotros mismos?
Macaco canta así a la Madre Tierra y a su fragilidad:
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