lunes, 7 de enero de 2013

Alegorías del evangelio: la estrella de los Reyes Magos

Hay veces, muchas veces, en que escuchando el Evangelio, a uno se le ocurren traducciones del mismo a la actualidad un poco fuera de las habituales. Es difícil resistirse a compartirlas, y creo que voy a dar rienda suelta a este deseo.

Comenzaré por el del domingo pasado, fiesta de la Epifanía, en la que el símbolo de la luz cobraba una especial relevancia. Pero más allá de ello, me llamó la atención el transfondo del verdadero símbolo de ese día: la estrella de Belén. Es curioso notar que el símbolo tuviera que ver con una de las ciencias más desarrolladas en la Antigüedad, la Astronomía, fundamental para la orientación tanto por tierra como por mar. Y curioso que unos sabios descubrieran una nueva estrella y eso hubiera cambiado sus vidas, haciéndoles salir en pos de ella, a ver cuál era su verdadero significado. Arriesgando, encontraron algo mucho más grande que su propio descubrimiento, algo a lo que entregaron lo mejor que tenían, sus tesoros (oro, incienso, mirra). Muchos otros se hubieran limitado a observar la estrella, describirla y anotar su evolución, pasando a engrosar el conocimiento científico de la época.

Hoy son muchas las ciencias que tenemos muy desarrolladas, y a las que nos dedicamos en nuestro quehacer profesional. ¿Y cuántas veces pasarán por delante de nuestras narices pequeños descubrimientos que nos limitamos a constatar, en lugar de abrirnos a descubrir su significado más profundo? Pequeños detalles de la economía, de la sanidad, de la educación... que, en lugar de hacernos salir de nuestra inercia y dedicarles lo más preciado que tenemos, pasan a engrosar nuestro amplio catálogo de aconteceres, dejando que la vida continúe tal y como está (por cierto, no muy bien, como todos sabemos).

En un mundo oscuro como el nuestro, con un horizonte sombrío, hacen falta personas que valoren adecuadamente esos pequeños rayos de luz que se producen en su campo de saber y que se atrevan a dedicarles lo mejor de sí, para que puedan fructificar adecuadamente. Hacen falta magos capaces de descubrir, no con sus herramientas, sino con su propia vida, elmisterio profundo de la existencia. Sólo esos magos podrán aportar ilusión y alegría a toda la humanidad, y, especialmente, a todos esos niños que quieren abrirse, también con ilusión y alegría, a lo que el futuro les quiera deparar.

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